
El 'romance' que llevó a la ruina al PRD
De Enrique Pérez Quintana | Proyecto sin fin |
No es extraño que en transcurso de la vida las personas atraviesen por diferentes crisis hasta alcanzar la madurez, la cual no todos logran y se mantienen atados a dependencias y conductas que resultaron gratificantes en las etapas primarias de su existencia.
Esta percepción, reconocida por la psicología como proceso de crecimiento, es también válida para las organizaciones sociales y políticas que pasan por diferentes etapas, hasta consolidar sus objetivos y para ello deben modificar sus estrategias y evaluar sus principios para lograr permanecer en el ambiente social, económico o político. Es la razón por la que periódicamente las organizaciones llevan a cabo convenciones para ajustar sus objetivos y estrategias para adaptarse a la realidad en la que se encuentran.
El Partido de la Revolución Democrática (PRD) atraviesa por estos días por una crisis interna que llegó al extremo de considerar su vigencia, de no llegar a acuerdos que aseguren la viabilidad de sus objetivos como organización, que tiene la pretensión de luchar por la reivindicación de los grupos populares.
Aparentemente, la crisis en el PRD se precipitó a raíz de los resultados electorales del pasado 7 de junio, lo que motivó que Carlos Navarrete, presidente del partido, pusiera a disposición del Consejo Nacional su cargo como dirigente y el de todo el Comité Ejecutivo Nacional, para tratar de superar la crisis que llevó al partido a caer 11 por ciento en la preferencia electoral ciudadana.
El Consejo Nacional del PRD estuvo de acuerdo en llevar a cabo el relevo anticipado de la dirigencia nacional del partido, la que deberá realizarse a más tardar en el mes de octubre.
La crisis del PRD viene de muy lejos y se ha manifestado en cada ocasión en la que hay elecciones internas. La calificación como “tribus” de los diversos grupos que lo integran es significativa de las tendencias centrifugas con las que en cada evento de convención amenazan con el abandono del partido en caso de no ver satisfechas sus expectativas. Esta integración viene desde su origen, cuando Cuauhtémoc Cárdenas fundó al partido unificando a las diferentes agrupaciones de “izquierda” que se sumaron a su creación, después de haber participado en el Frente Democrático Nacional con el que participó Cárdenas en su primer intento por llegar a la presidencia en 1988.
Es un hecho que el PRD ha sido una organización dependiente que se originó en un liderazgo fuerte, vertical y que se impuso al interior, como es el caso de Cuauhtémoc Cárdenas. El dominio se continuó acentuando la dependencia y el control interno, hasta términos extremos, con el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador, quien impuso a diferentes dirigentes hasta que fue desplazado por el grupo actual, Los Chuchos, que, sin embargo, no lograron romper la dependencia, al grado de haber hecho candidato del partido a López Obrador en 2012, cuando éste iniciaba su deslinde del PRD para fundar lo que conocemos como Morena, partido con el que buscará, por tercera ocasión, conquistar la Presidencia de la República.
Algunos en el PRD también explican su caída en las preferencias electorales el 7 de junio, como el resultado de la entrada de Morena a la disputa por el poder, lo que se reflejó en la pérdida de su dominio en la Asamblea Legislativa y en el control de la mayoría de las delegaciones en el Distrito Federal, avance que logró Morena utilizando un discurso agresivo en contra del PRD, al que acusó de tener una dirigencia entregada al Gobierno de Peña Nieto y, por consecuencia, corrupta y traidora a los principios de compromiso a favor de la gente pobre.
Al llegar a su 25 aniversario, el PRD no ha logrado consolidar su estructura interna y, los objetivos electorales de corto plazo y el acceso de sus militantes a los puestos de elección popular, como son Jefatura de Gobierno, gubernaturas, presidencias municipales, senadurías y diputaciones federales y estatales, que en su mejor momento posicionaron al partido como la segunda fuerza política en el país, operaron como un distractor que sacó de su atención el objetivo esencial de luchar por la reivindicación de las clases populares, como corresponde a los partidos que se dicen de “Izquierda”.
La renuncia del Comité Ejecutivo Nacional del PRD habrá sido un acto inútil si los grupos, las tribus, no declinan a seguir con su estrategia de confrontación interna para lograr sus objetivos de poder y se disponen, por supervivencia política, a refundar el partido que les permita prescindir de los liderazgos históricos que han dominado su vida interna y que les ha impedido crecer y madurar como organización política. Si ahora buscan a quien los golpeó e inició el proceso de su destrucción (López Obrador) quiere decir que, como dicen los psicólogos, tienen, como organización, una fijación paterna y están en etapa oral.
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